martes, 18 de abril de 2017

ROMERÍA DE SAN MAMÉS Y SAN BLAS

El excelente tiempo ha continuado hasta el final de la Semana Santa de 2017, cambiando la tendencia que teníamos desde hace unos años, que estaba la cosa un poco alborotada, un día perfecto para pasar en familia o con amigos, celebrando la Romería de San Mamés y San Blas, este Lunes de Pascua.

Como primer paso y continuando con la tradición de pasar por la Cruz del Perdón, nos acercamos hasta allí y arrojamos una piedra más, para que no caiga en el olvido el punto donde se reunían los 14 pueblos de la comarca compitiendo con sus pendones en vistosidad y alarde en el manejo, en esta misma fecha ya pretérita, (además de otras historias y leyendas). Detalle por parte de Nino Fresno, el señalizar la entrada para acercarse a verla, ya que desde el camino de concentración puede pasar desapercibida totalmente.
Reunidos en la pradera los integrantes del Grupo Infantil de Paloteo y a la espera de que bajaran por el sendero autoridades, devotos, músicos, etc. nos disponemos a colocarnos para iniciar nuestra aportación con una de las fiestas más queridas por los lugareños.
En total se danzaron cuatro lazos, que dos días antes se habían estado ensayando para poder ofrecérselos a la concurrencia:

SEÑOR MÍO JESUCRISTO
LAS CALLES DE ROMA
LAS VUELTICAS
EL VEINTICINCO
Los integrantes que en esta ocasión formaron parte del grupo fueron los siguientes:
Claudia Jorge
Ana de la Prieta
Javier de la Prieta
Celia Fresno
Naiara García
Unai García
Lucía Martín
Lucía Casas
Paloma Fresno
Tamborilero: Carlos Fresno
Lástima el no habernos acordado de realizar la foto de grupo
Dar las gracias sobre todo a las dos danzantes más mayores que en todo momento echan una mano y aportan su mayor experiencia y saber al grupo, participando tanto en los ensayos como en las actuaciones.



















































Una vez concluido nuestro trabajo saludamos y damos paso a la subasta de los bollos maimones y el ramo, digo ramo, porque por alguna extraña razón, el ramo grande no estaba, parece ser que la Danza de Paloteo de Tábara y el Ramo de la misma localidad y con este ya son tres ediciones consecutivas, cuesta que ocupen el mismo espacio en el mismo momento, esperamos que para el próximo año ya nos pongamos todos de acuerdo, rememos en el mismo sentido y cumplamos con las tradiciones como debe de ser.
 Inicio de la subasta
Numeroso público atendiendo a la subasta, haciendo honor al día
Diferentes momentos de la subasta de bollos



 Uno de los agraciados con la puja
 El ramo pequeño pasando la ronda de pujas

 El ramo grande que se subastó a partir de 50 €, llegando después a los 130 €

 Detalle del ramo
Por la mañana los romeros se desplazan hasta la ermita situada en el alto de la Pradera de San Mamés y allí se entona el canto del ramo, por las cantoras a dos voces, para a continuación decir la misa.

Algunos después de estar por la mañana regresan por la tarde y cumplen con la visita a nuestros santos eremitas, este año retocados en el estucado.
Muchas gracias a Fátima por hacernos el reportaje fotográfico.



De romerías y sensaciones
La ermita de San Mamés surge como una prolongación de la tierra en la que se asienta

Eduardo Ríos 18.04.2017 | 00:11
Romeros de la villa tabaresa durante la jornada festiva en la que se honra a San Blas y San Mamés. Foto Ch. S.

Como una prolongación de la tierra en la que se asienta. Humilde. Sin estridencias. Así surge la ermita de San Mamés en lo alto del cerro, con la naturalidad del brezo o los robles que la circundan y es tan pequeña que la mayor parte de los lugareños tiene que quedarse fuera mientras el señor cura dice la misa.

Los sillares son de piedra. La cubierta, de teja roja. Junto a la entrada una cruz y en la parte sur un ventanuco. Nada más. El resto monotonía. Ni galerías, ni gárgolas, ni tímpanos, ni arcadas. Ni una columnilla por sencilla que fuese. Nada. Ni tan siquiera una campana. La austeridad es brutal, sin embargo, desprende un magnetismo que cautiva.

Fue levantada a toque de concejo cuando los vecinos compartían sueños y carretas y supuso para la Tierra Vieja de Tábara la culminación de un logro colectivo. Hoy poco queda de aquel pasado. Su silueta, si acaso, emergiendo con un no sé qué, entre mágico y balsámico, de un robledal que muda la hojarasca a medida que el sol avanza.
Del hechizo forma, también, parte el aislamiento. La inmensa soledad que, de común, la invade se presta a las pasiones más ardientes o inconfesables y bien que lo saben los amantes furtivos, sin embargo, ahora está desconocida. Velas encendidas, flores, ofrendas votivas, un par de hachones y tras el altar San Mamés y San Blas, los patrones. Cariacontecidos y mohínos desde que salieran de la gubia del señor Luis, hoy parecen sonreír. Es Lunes de Pascua, día de romería, y la ermita resplandece. Está de gala.

Justo en este momento la procesión serpea en su derredor desorganizada y bullanguera. Unos charlan. Otros miran. Quizás alguien rece. En la parte delantera las muchachas cantan y, a su paso, los mozos no quitan ojo a sus piernas morenas. Mientras, los lugareños se acomodan en la pradera por familias y juegan a la calva y al marro. Huele el valle a carne asada.

A continuación se subasta el ramo, un bastidor en el que las mujeres colgaron rosquillas a primera hora de la mañana. Comienza la puja. "?¡Cincuenta a la una!...¡Cincuen?, cincuen, ...cincuenta a la una!...". El subastador se ha encaramado a un tocón de encina y desde allí desgrana su salmodia, un monólogo sabiamente estructurado que se transmite de padres a hijos. De vez en cuando alguien levanta la mano y se lleva el lote. Recuerdo al señor Gabriel, el panadero. Tenía el horno en el pueblo, junto a la fuente de los Caños, y yo era un niño entonces. . "..¡Cincuen?, cincuen?, cincuenta a la una!?", decía el buen hombre con idéntico soniquete.

Una de los atracciones más esperadas es la danza. Primitiva. Simbólica. Arcana. Estremece pensar que el enigmático paloteo de los danzantes aquí, en esta tierra de lobos difícil y fronteriza, quizás sea el de nuestros ancestros en las majadas donde procreaban. Los mismos saltos, los mismos juegos. Tal vez iguales sueños y desencantos. Su significado es incierto y a punto estuvo de desaparecer con la llegada de nuevas formas de expresión pero, afortunadamente, el maestro Carlos lo impidió con dedicación y talento.

Se trata de una coreografía en la que los participantes golpean entre sí unos palos al ritmo de dulzaina y tamboril. El "Señor mío Jesucristo", "La Pasión", "El veinticinco". Uno tras otro los lazos se ejecutan con precisión milimétrica y cuando finaliza "Las calles de Roma", el más esperado, se incrementan los aplausos.

A media tarde comienza el baile. Un ritual. La expresión popular, en estos pagos, del cortejo. Se establecen relaciones. Se inician romances. Con las primeras sombras los mozos pierden la timidez y algunas parejas abandonan la pradera cogidas de la mano al tiempo que un runrún como de enaguas y sedas movidas apresuradamente se extiende por el valle. Presiento a la naturaleza en estado puro y, de pronto, tengo la extraña sensación de que los jóvenes cuerpos son un canto a la vida. Una celebración los forcejeos. Una sinfonía, esa ineludible llamada de la sangre, difícilmente superable.

Es noche cerrada cuando la orquestina deja de tocar. La romería acaba. Con la marcha de los romeros las hogueras se fueron apagando y, en lo alto del cerro, San Mamés y San Blas descansan. El silencio ha vuelto a la braña. La sierra de La Culebra duerme. Es hora de regresar.